He
llegado para girar mi cabeza al susurro del viento oscuro y aún así
- te
quiero –.
Tu
corazón es el péndulo que mantiene mi ritmo
porque
te asomas al banquete metálico de mis sueños
y bebes
de mis sombras azules el lánguido brillo de mi nombre.
Me
elevas como reina en la noche salvaje con tu rostro de dios nocturno
con
todas las formas del fuego divino
y me
arrastras con violencia hacia el mar de las dudas y las delicias.
Nos
buscamos con los dedos infectados de caricias
–
Príncipe de las Tinieblas –
nada
existe en este inmenso campo sin salida,
sólo el
silencio cubierto de nostalgia en la intensidad de la noche
Nos
buscábamos con la verticalidad que lleva el veneno
ese
mineral volcánico en cuya fosa perdí el
equilibro hace tiempo.
Y ante
el asombro desnudo que transita la
mirada
me
resisto inútilmente ante tu poder,
ante la
fuerza de acero intentando dilucidar la rebelión de las criaturas…
-Todo
sexo y todo ardor –
en el
gemido de una fruta parida.
- Toda
sangre y toda sombra –
en las
paredes vacías de mi claustro materno
se
licuan sobre cárdenas maderas.
Tu olor
me envuelve,
tu olor
me destroza lentamente,
tu olor
frenética tempestad va lacerando la aurora
en mi
blanca y sudorosa espalda temblando de deseo.
Tu olor
–esa fracción – que deja tú paso