Frente a la ventana
podía olerse los primeros fríos,
su llegada definitiva entre los árboles y el
jardín vacío.
Yo tenía un pequeño hielo
azul brillando sobre mi pómulo.
Imagen principal-
Christiane Vleugels
Llevo abiertas mis manos para sentir el implacable frío,
nada me detiene porque ya nada detengo
voy rozando la noche
que me circunda para abandonarme.
Hoy me dejo atrapar por el vidrio,
la lluvia me canta y yo le hablo,
me lastima y me desangro,
me observa y la observo,
no tiene rostro ni peso.
Pocas cosas me resultan fascinantes y hermosas
como admirar la luz de un ángel traspasando el cristal
repleto todo de paz en esta despedida.
Pero es el frío el único capaz de mencionar
que sucede dentro mío…
Nada me contiene porque ya nada contengo…
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