Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida, déjate enlazar de fuego
de silencio ingenuo, de piedras verdes en la casa de la noche,
déjate caer y doler, mi vida.
déjate caer y doler, mi vida.
Alejandra Pizarnik
“Por tu espalda resbala la gota estrecha que seduce mi calma,
dulcísima tu mirada ocasiona el ímpetu del fuego
donde en descuido pierdo
la razón.”
Fotografía- Marta Syrko
Estoy ebria de tanta oscuridad…
Todo menciona tu nombre duplicado de silencio a silencio
por una existencia finita que nace en mi amor
y viaja hacia lo eterno.
¡Tú, mi vida!
Mi pájaro peregrino en un cielo de cien alas
que has logrado establecerte en mi alma,
sometes todo el ocaso y soy apenas resplandor de albas
adheridas
amándote…- con mi palabra más liviana-.
Vida, mi vida, escucho el sonido de tu susurro ahogarse
en mi oído
como un relámpago elemental y sofocado,
escucho sellar las ranuras del silencio y tu pacifico
llanto
florecer mi
rebelión de hiedra absoluta.
¡Vida, mi vida!
Cada gesto de tu cuerpo es fuego doblegado,
es la carne abierta, la piedra verde más desnuda de la
noche,
que acrisola tu caída doliente.
Las Hendiduras del Silencio por Cristina se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
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